La escritora y poeta zapoteca Natalia Toledo Paz fue galardonada con la Medalla Bellas Artes de Literatura en Lenguas Indígenas, en reconocimiento a su destacada trayectoria, su compromiso con la preservación del zapoteco y su impulso a nuevas generaciones de creadores.
Durante la ceremonia, realizada en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, Toledo apareció ataviada con su tradicional tehuana y fue recibida con una ovación del público. Con profunda emoción, expresó:
“Muchos poetas dicen que la poesía te elige. No lo sé, pero existo gracias a ella. Para mí la poesía es como el totopo, como el aire tibio de Juchitán, como el lodo en los pies después de la lluvia.”
En un video proyectado al inicio del acto, se mostró a la autora en su taller, rodeada de bocetos, grabados y cuadernos. En sus palabras, reflexionó sobre los temas que cruzan su obra —la muerte, la sensualidad y la infancia— y destacó la vitalidad del zapoteco entre los jóvenes que hoy lo escriben y cantan en rap:
“Algo nos dice que hay que proteger ese pensamiento que está aquí, a flor de piel.”
Reconocimiento a una voz que une palabra y cultura
Nadia López, coordinadora nacional de Literatura, leyó un fragmento de la poesía de Toledo y subrayó que su escritura “convierte la palabra en un tejido de belleza y justicia, donde conviven la memoria viva y las tradiciones del Istmo”.
Por su parte, la poeta ñañú Margarita León, integrante del jurado, destacó la manera en que Toledo entrelaza la literatura con el arte textil, la cocina y la joyería del Istmo:
“Bordar poemas sobre prendas permite encarnarla y llevarla al cuerpo. Su escritura tiene un alcance universal, tanto por sus recursos literarios como por los temas que aborda.”
La investigadora Gladys Tzul Tzul evocó los orígenes de la autora, recordando su infancia en los mercados de Oaxaca y cómo aprendió a comunicarse con la gente desde pequeña. Relató también su labor como tallerista en Guatemala y Los Ángeles, donde enseñó zapoteco, y su capacidad de unir la palabra escrita con la cultura material a través de textiles y códices reinterpretados.
Orgullo zapoteca y memoria familiar
En su discurso, Toledo recordó los años en los que no podía hablar su lengua materna en la escuela:
“Con ocho años, mis padres, Francisco Toledo y Olga de Paz, me trajeron a la Ciudad de México. Me arrancaron de la casa donde hasta ahora está enterrado mi ombligo.”
Asimismo, mencionó que en sus inicios la crítica literaria no reconocía la literatura escrita en lenguas originarias, lo que reforzó su compromiso con la defensa del zapoteco.
La directora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, Alejandra de la Paz, destacó que la medalla celebra la diversidad lingüística y cultural de México, y reconoció en Toledo a una voz esencial para visibilizar la lengua zapoteca en la literatura contemporánea.
“Con sus talleres de escritura, lectura y traducción ha fortalecido el derecho de niños y niñas a una vida cultural digna”, afirmó.
Entre los asistentes se encontraban artistas como Gabriel Macotela y Demián Flores, quienes celebraron el legado de la escritora oaxaqueña.
Al recibir la medalla, Natalia Toledo dedicó el reconocimiento “a su constelación huarache, a las mujeres que con sus arrullos y su leche le enseñaron a trenzar las palabras que habitan su corazón”. El público respondió con un prolongado aplauso, cerrando una noche de emoción y homenaje a la palabra viva en lenguas indígenas.