Tailandés enfrenta una aterradora sorpresa en el inodoro: ¡Una pitón en sus partes íntimas!

El inodoro, ese santuario de privacidad, se convirtió en el escenario de una pesadilla para un residente de Bangkok este martes, cuando una pitón de 3,5 metros decidió que los testículos de Thanat Thangtewanon eran una merienda digna. La historia, que parece sacada de una película de terror, ha dejado a más de uno mirando el retrete con desconfianza.

Thanat, un hombre de 35 años, narró el escalofriante incidente con una mezcla de asombro y humor: «Instantes después de sentarme, sentí un dolor agudo que me desgarró. Sentí que algo me mordía los testículos. Fue tan doloroso que metí las manos en el retrete para ver qué pasaba. Me sorprendió ver que había agarrado una serpiente», relató, con la incredulidad aún marcada en su rostro.

Sin perder la compostura, aunque con una serpiente colgando de sus partes íntimas, Thanat tomó lo primero que encontró a mano: una escobilla de baño. Con esta improvisada arma, comenzó a golpear la cabeza del reptil hasta que la pitón finalmente cedió y, tras unos minutos de feroz combate, cayó muerta al suelo. Según se supo después, la serpiente había estado acechando desde el sifón, donde esperaba pacientemente a su desafortunada víctima.

«Me levanté rápidamente y la arranqué. Sentía dolor, mucho dolor, y había sangre por todas partes, pero me sorprendió más haber encontrado una pitón en el retrete», añadió Thanat, aún recuperándose del susto.

Con la adrenalina aún recorriendo su cuerpo, el tailandés no perdió tiempo en acudir al hospital más cercano. Allí, los médicos lo atendieron de inmediato y, tras vacunarlo contra el tétanos, le dieron la noticia que tanto anhelaba escuchar: no necesitaría puntos. La herida, aunque dolorosa, no había sido lo suficientemente profunda como para requerir sutura, y le aseguraron que en un par de semanas estaría completamente recuperado.

«Mis testículos ya están a salvo», bromeó Thanat, demostrando que su sentido del humor no había sido mordido. También expresó su alivio de que la serpiente no fuera una cobra, lo cual hubiera sido fatal: «Una cobra me habría matado». No obstante, desde aquel día, confiesa que no ha vuelto a utilizar ese baño y, cada vez que necesita usar uno, revisa cuidadosamente el interior del retrete y mete un cepillo para asegurarse de que no haya sorpresas.

Un encuentro que invita a la reflexión

Este peculiar incidente pone de manifiesto un fenómeno más común de lo que parece en algunas regiones del mundo, donde las serpientes, en busca de refugio o presas, pueden terminar en los lugares más insospechados. En Tailandia, por ejemplo, no es raro que estos reptiles aparezcan en zonas urbanas, pero pocas veces de manera tan aterradora.

Este caso, más allá del infortunio de su protagonista, sirve como un recordatorio de la convivencia cercana y, a veces, peligrosa entre humanos y la vida silvestre. Aunque Thanat puede contar la historia con una sonrisa (aunque seguramente un tanto forzada), no todos los encuentros con serpientes tienen un desenlace tan afortunado.

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